Sigue al líder… ¿Cuál?
Cuando era niño, solíamos jugar “Sigue al líder”. El juego consistía en que todos debíamos vendarnos los ojos excepto el líder y donde quiera que fuera el líder todos debíamos seguirlo con los ojos vendados. Por supuesto, si teníamos un líder benigno siempre nos guiaba a lugares seguros. Pero si teníamos un líder nefasto no tenía cuidado de nosotros y sólo nos guiaba para divertirse. Al examinar nuestro mundo hoy, parece que ésa es la situación en la que se encuentra la gran mayoría de las personas, incluídos usted y yo.
Una vez escuché que alguien gritaba: “Paren el mundo! Me quiero bajar!”. Mis amigos, aún si eso fuera posible, ¿a dónde iríamos? Qué haríamos?
Diariamente somos testigos de la violencia, de los asesinatos de bebés (nacidos y por nacer), de niños, hombres y mujeres. Hombres malvados y sin escrúpulos están destruyendo a nuestros jóvenes y niños con el tráfico sexual como Epstein hizo. Los líderes de gobierno, los ricos y las personas de gran popularidad son cómplices de este negocio tan lucrativo.
El hecho de que se permitiera que Epstein fuera asesinado (si ese fue el caso) en una prisión de alta seguridad, es un claro testimonio de esto. Experimentamos desastres de todo tipo en el mar, el aire y la tierra. Incluso el huracán Dorian podría haber dejado más de 100 muertos en las Bahamas según un cálculo estimativo. Los políticos han ido al extremo a la hora de denunciar al partido opositor. Los asesinatos políticos y las difamaciones de voces opositoras son algo frecuente.
Se ha abusado de nuestra libertad a tal punto que ya no tenemos una libertad real. La única libertad que vale la pena en nuestro mundo hoy es la libertad de hacer lo que otros creen que es lo correcto y no lo que yo creo. Antes bien, usted tiene casi la libertad de lastimarme y hasta aún de matarme. La intolerancia nos ha atrapado en su red y sólo algunos han podido escapar. Nuestros políticos son los primeros en demostrar este comportamiento destructivo y desagradable.
Muchos anhelan “los viejos tiempos”, cuando las cosas se hacían de manera civil, con respeto y de forma compasiva. Pero hemos deshechado a Dios y al diablo. Muchos han puesto a Dios y al diablo en el mismo grupo y los han culpado de todos los ”ayes” (males), como dijo Karl Marx: “La religión es el suspiro de la criatura atormentada, el alma de un mundo desalmado, y también es el espíritu de situaciones carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo.” (Karl Marx “Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel”).
Debido a esta mentalidad tan triste y liberal, la humanidad ha estado sembrando semillas sin dios y bravuconadas al viento y en consecuencia, estamos cosechando torbellinos. Y lamentablemente, no vemos la conexión entre causa y consecuencia. Esto es lo que ha estado sucediendo en Europa desde la caída de Roma en 474 A.D. Este rechazo de Dios aumentó en el siglo XIX, donde se alzó el clamor “¿Dónde está Dios? ¿Cómo puedo encontrarlo? Gott ist tot! Dios está muerto!”
El ateo Nietzche comprendió que con la muerte de Dios en Europa, la moralidad cristiana también moriría, y ésto traería una gran depresión en Europa y ocasionaría más desesperación que bien en las personas. El sintió que si funcionaba la idea de la muerte de Dios, buenos resultados aparecerían; tal vez como Jean-Paul Sartre sugirió: “La vida comienza al otro lado de la desesperación”.
Y aquí es donde hoy estamos amigos! Los gobiernos de hoy en día parecen deshechar y despreciar la moralidad de Dios. Si los humanos continúan en su desenfrenada anarquía e ímpia moralidad, los seres humanos con toda seguridad se extinguirán, si es que no lo logran hacer antes debido a una guerra. Sin embargo, el único “otro lado de la desesperación” que los seres humanos ya están experimentando, es el que Dios ofrece, sus reglas de compromiso para obtener una vida más feliz, saludable y santa. Pero pobre de nosotros!, que al rechazar las reglas de compromiso de Dios para la vida en la Tierra, estamos involuntariamente abriendo nuestras vidas para que sean manipuladas por el gran destructor de la humanidad, que es Satanás y su hueste malvada. Ya vemos su mano letal en los ayes (males) que la tierra y los humanos experimentan hoy.
Quiero que sepan mis amigos, que todo es Déja vu! (ésto ya se ha visto!). Nuestro mundo ya ha estado allí y ha hecho eso. En mi próxima carta, veremos ese escenario.
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